viernes, 3 de diciembre de 2010


Las personas titubean cuando se llenan de ese bichito que tu me enseñaste a hacer crecer, ese que estaba congelado entre cuadernos y escritos, entre píanos y guitarras que tocaban las mismas melodías de un maldito vagabundo, y es que nada se compara con la facilidad con la que puedo volar en el cielo que encontré, las maravillas que me haces sentir para escribir con tintas diferentes y romper los esquemas que establecen tantas mierdas, ni siquiera Rugrats imagina tanto como lo puedo hacer contigo yo. Mi nuevo cielo se colma de ternura, se torna en rosa en las tardes y por las noches, por las noches llueve de luces sus ropas...

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